Tengo un recuerdo muy claro de mis tiernos 11 años. Cursaba por aquél entonces 6º de EGB. Para los que seáis muy jóvenes y no sepáis que es la EGB (Educación General Básica), es junto con el BUP (Bachillerato Unificado Polivalente), lo que hace que seamos más listos, y tengamos menos autofotos en los baños que los que cursaron la ESO.
Pero volvamos a la historia. Recuerdo que un día, en una clase indeterminada, la profesora nos hizo dibujar el perfil de nuestra mano. Acto seguido, nos pidió que escribiésemos en los dedos nuestra clase favorita, nuestro programa de TV favorito, color favorito, la comida que más nos gustaba, la profesión que nos gustaría desempeñar, y un país que nos gustaría conocer. Una vez acabado, entregábamos la hoja a la profesora sin poner nuestro nombre.
El ejercicio, juego, llámalo mierda… consistía en que la profesora sacaba una hoja, empezaba a leer las respuestas, y nosotros íbamos levantando la mano cuando coincidía con la nuestra, quedando eliminados los que no lo hacían. Así pregunta a pregunta, por eliminación, se iba encontrando al dueño de la “mano”. En algunos casos al llegar al último “dedo”, aún quedaban 5 o 6 chavales con la mano levantada. La profesora les sonreía, y les decía “sois iguales”.
El momento mágico del ejercicio, llegó cuando en la primera pregunta, me quedé solo con la mano alzada. La profesora, me miró contrariada. Siguió con las demás respuestas, de un modo funcionarial. Era evidente que aquella mano era mía. El único alumno para el que su asignatura favorita era “ciencias naturales” (la mayoría de mis compañeros se repartían entre “plástica” y “patio”).
Creo recordar que, de todas mis respuestas, sólo coincidí con la clase en la de programa de TV favorito, “Dragon ball”.
Acabó de leer mi hoja con toda la clase riendo (yo incluido). Había reventado el ejercicio. La profesora estaba seria. Me miró, i dijo; “A mi no me parece divertido que no coincidas con tus compañeros. Así no tendrás amigos.”
Si queridos amigos. Según aquella profesora, la uniformidad forma parte de la felicidad. Educación estilo H&M, uniformidad low cost, variedad nula. Imagino que al cabo de unos años, con la entrada de la inmigración y la diversidad cultural, aquel esperpento de profesora, abandonó la docencia y se hizo cajera del Bershka.
Todo este rollo, no contiene una lectura profunda de la uniformidad en la sociedad, ni una crítica al sistema educativo uniformador. Simplemente he recordado la anécdota, y no quería dejar pasar la ocasión, de reírme en la puta cara de aquella tutora de los Escolapios de Sabadell.
6 comentarios:
grande
No en defensa de aquella mujer, diría que esa maestra quería demostrar que dentro de la "heterogeneidad" que supone el grupo, todos los niños y niñas son "iguales" (porque son niños y porque son niñas) Sin embargo, la pobre mujer quizá se equivocó con el tipo de actividad.
Yo personalmente habría optado por hacer ver cómo todos y todas sonreímos aunque sea ante estímulos diferentes, todos y todas lloramos por la razón que fuere. Todos tenemos algo que ofrecer, algo que compartir, todos podemos jugar, todos nos podemos divertir, TODOS.
Y ninguno niño ni niña puede ser exactamente igual a otro, por lo que nos caracterizamos por eso mismo, por ser todos diferentes, que es lo que nos hace ser tan iguales.
Buena entrada, me ha gustado.
Bonita mierda. @rubikk
¿Y tú por qué me has bloqueado en twitter, calamidad? Si no he cruzado palabra contigo... Igual ha sido por el avatar, claro.
Y quién eres? dudo que te haya bloqueado.
Me miró, i dijo; “A mi no me parece divertido que no coincidas con tus compañeros. Así no tendrás amigos.”
Me miró, YYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY DIJO...
Nunca escribes con faltas, no me falles ahora
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