Porque el mundo es bonito, hasta vomitar.

04 abril 2011

Es lunes...

La semana no ha empezado bien.
Suelo desconfiar de los lunes. Son días mezquinos, que te esperan en la esquina del fin de semana, para recordarte los excesos cometidos desde el viernes.
Por esa desconfianza, y por mi espíritu científico, los lunes suelo ponerme en manos del horóscopo, para tantear como va a ir la semana. Por todos es bien sabido que la astrología es una ciencia seria, formal y con base científica… ¿Cómo podría si no aparecer en programas de televisión?
La cuestión es, que de buena mañana, he abierto mi correo, y me he entregado a la sabiduría y consejos de mi horóscopo de Internet.
Esto es lo que he leído:

Hoy sentirás deseos de poner tu casa en orden. No te agrada demasiado limpiar, pero finalmente notarás el polvo o suciedad que aparece por los bordes de tu vida. Es tiempo de fregar. Pon manos a la obra con el polvo y desinfecta todo. Mientras hagas esto sacarás la energía vieja y añeja. ¡Te sentirás mejor al finalizar!

Admito que no esperaba algo así. A mi me gustan los horóscopos de lunes más místicos, profundos, de esos que te llevan a la introspección, a escribir haikus, plantar árboles… y no a coger un mocho.
Lo primero que hice, fue levantar la vista de la pantalla de mi portátil, y me acojoné. La mesa se había convertido en un skyline de botellas, vasos y ceniceros improvisados. El sofá era una extensión del armario, con una cuidada selección de prendas con olor a tabaco (si, en mi tejado se fuma). El suelo de la sala parecía querer imitar el techo de Miquel Barceló en la ONU, pero en una versión que firmaría el mismísimo Tim Burton.

Para que os hagáis una idea.

Abandoné la sala, con la esperanza de que aquel desorden (bonito eufemismo para decir catástrofe) fuese algo puntual. Pero en cuanto tropecé consecutivamente con un casco de moto, una mochila y un caballete (¡¿¡un caballete!?!), me dí cuenta de que el horóscopo tenía razón, “Es tiempo de fregar”.

Abrí la puerta de mi (mini) cocina, y lo que vi ahí dentro sólo podía haber sido provocado por una sesión de entrenamiento de la selección australiana de rugby, o el rodaje de una peli rusa de hard-porn. Platos, vasos, y cazos por doquier (ninguno limpio). El bote de nocilla yacía inane, con cuatro cuchillos clavados a modo de banderillas, y los trozos de limón  abandonados en la repisa, le hacían preguntarse a uno si se trataba de restos de gintonics o del atrezzo de una narcosala.
Misteriosamente, el baño, estaba como una patena… Tenía tal nivel de orden y pulcritud, que amén de insólito, era intranquilizante.

El cuadro general del piso era deprimente. La sensación que dejaba en el ánimo, es que lo mejor era quemarlo todo y empezar de cero. Pero decidí hacer lo que todo buen irresponsable haría en un caso así. Ducharme, vestirme y salir pitando de ahí. No pierdo la esperanza de que unos pequeños y mágicos duendes, arreglen el desaguisado en mi ausencia.

Y así, pensando en si sufro alguna variante del síndrome de Diógenes, me pregunté; ¿No será que el horóscopo que leo los lunes, lo envía mi madre..?