Uno se corta el pelo y no espera consecuencias llamativas. La gente al verte suele afirmar con mayor o menor rotundidad, “te has cortado el pelo”, algunos le dan un deje interrogativo cuando el cambio es sutil, otros te dan una collejita amistosa, y las cosas, por lo general, no suelen ir a más. Eso, claro está, siempre y cuando no tengas el pelo largo.
Cuando tienes el pelo largo y te lo cortas, la gente empieza a comportarse de manera algo rara.En mi caso, la peluquera no las tenía todas consigo.
-¿Estas seguro de que quieres que te lo corte?-
No, he venido por el masajito capilar y para que me bailes la danza del vientre… ¡Claro que quiero que me lo cortes! ¿O crees que me gusta ponerme batines de imitación de seda?
Acabé negociando la magnitud del corte, ya que ella pretendía convencerme de que me cortase solo las puntas. Tras un debate de cerca de dos horas, logre un palmo más de lo que ella pretendía, y cinco centímetros menos de mi idea original. (En efecto, lo llevaba muy largo).
Al salir de la peluquería, mi costilla me mira con cara rara, y me esputa un:
-¿Pero que te han hecho en el pelo?-
Yo, acostumbrado al efecto “peinado Jackie”, pido el beneficio de la duda al menos hasta que me lave el pelo y me peine por mis propios medios.
En casa, bronca materna. Que si por que me lo he cortado, que con lo bien que me quedaba la melena, que si parezco un Beatle…
Al llegar, el portero… bueno, el portero merece una aclaración aparte.
En los dos meses y pico que llevo trabajando en esta empresa, he tenido diversas tensiones con el portero, por que a su juicio, un tipo con el pelo largo no puede trabajar en esas oficinas. Razón por la cual, lleva preguntándome cada día durante los DOS MESES a que oficina voy. Siguiendo mis creencias y principios, he instaurado una política de desprecio hacia su persona (conocida en parvulitos como ley del hielo). Por lo que cada mañana, cruzo el hall ignorando sus peticiones de que me identifique bajo el pretexto de mi ipod, lo que provoca que me persiga al grito de “disculpe señor” por todo el hall, hasta llegar al ascensor. Donde cada día, finalmente me reconoce y se disculpa por el pollo montado.
Hoy ha montado el show, por que “no me reconocía” con ese peinado. Genial.
Pero lo mejor es la gente que te mira, y te dice (¿o pregunta?) con cara de asco…
-¿Te has cortado el pelo? Ayyy, me gustaba tu melena… -
Perfecto señores, meses de silencio administrativo, de pasotismo y de ausencia de loas a mi pelo, ¿y todo el mundo decide romper su silencio ahora?
¡Mal! ¡Estamos mal!
Las cosas buenas deben decirse a tiempo…
-¿Estas seguro de que quieres que te lo corte?-
No, he venido por el masajito capilar y para que me bailes la danza del vientre… ¡Claro que quiero que me lo cortes! ¿O crees que me gusta ponerme batines de imitación de seda?
Acabé negociando la magnitud del corte, ya que ella pretendía convencerme de que me cortase solo las puntas. Tras un debate de cerca de dos horas, logre un palmo más de lo que ella pretendía, y cinco centímetros menos de mi idea original. (En efecto, lo llevaba muy largo).
Dramatización de mi melena
Pero ahí no acaba el tira y afloja. Las peluqueras (al menos en mi experiencia), tienen una determinación insólita por, una vez cortado el pelo, ponerme potingues y secarme el pelo hasta convertirme en el doble para escenas de acción de Jackie Kennedy (o algo mas casero como Laura Valenzuela), o en su defecto, en el tercer integrante de Wham.Mas dramatizaciones...
Al salir de la peluquería, mi costilla me mira con cara rara, y me esputa un:
-¿Pero que te han hecho en el pelo?-
Yo, acostumbrado al efecto “peinado Jackie”, pido el beneficio de la duda al menos hasta que me lave el pelo y me peine por mis propios medios.
En casa, bronca materna. Que si por que me lo he cortado, que con lo bien que me quedaba la melena, que si parezco un Beatle…
Para que negarlo, me encanta poner fotos de Wham
Y esta mañana, la prueba de fuego. Tras dos años de no tener que dedicarle a las tareas de manutención capilar, más de los 5 segundos que tardo en hacerme un moño. Resultado, he llegado 15 minutos tarde al trabajo.Al llegar, el portero… bueno, el portero merece una aclaración aparte.
En los dos meses y pico que llevo trabajando en esta empresa, he tenido diversas tensiones con el portero, por que a su juicio, un tipo con el pelo largo no puede trabajar en esas oficinas. Razón por la cual, lleva preguntándome cada día durante los DOS MESES a que oficina voy. Siguiendo mis creencias y principios, he instaurado una política de desprecio hacia su persona (conocida en parvulitos como ley del hielo). Por lo que cada mañana, cruzo el hall ignorando sus peticiones de que me identifique bajo el pretexto de mi ipod, lo que provoca que me persiga al grito de “disculpe señor” por todo el hall, hasta llegar al ascensor. Donde cada día, finalmente me reconoce y se disculpa por el pollo montado.
Hoy ha montado el show, por que “no me reconocía” con ese peinado. Genial.
Pero lo mejor es la gente que te mira, y te dice (¿o pregunta?) con cara de asco…
-¿Te has cortado el pelo? Ayyy, me gustaba tu melena… -
Perfecto señores, meses de silencio administrativo, de pasotismo y de ausencia de loas a mi pelo, ¿y todo el mundo decide romper su silencio ahora?
¡Mal! ¡Estamos mal!
Las cosas buenas deben decirse a tiempo…