- En la planta de arriba tenemos tres habitaciones, la mía, la de Joanet y la de mis padres. También hay
tres baños y la sala de estudio.
- ¿Y cuantos baños tenéis en toda la casa?
- Hum… no se, tres arriba dos abajo, y otro en la caseta del jardín. Siete, si, creo que siete.
- En mi casa solo hay cuatro.
- Pues en la sala de estudio tenemos la “play” el video, la tele, el ordenador…
- ¡Y el cine..! (Joanet)
- Si es verdad, mi padre quiere poner una pantalla que es como de cine.
- ¿Y el futbolín?
- No, al final el futbolín no lo han puesto.
- Vaya mierda.
- Creo que se llama “proterton”
- Si, pero en la piscina han puesto un trampolín y un tobogán súper guapos.
- ¿Y por que no os han puesto el futbolín?
- No lo sé, al final no lo han puesto. Pero mi padre se ha cambiado el ordenador, y nos ha puesto el viejo de
la oficina en la sala de estudio, y ahora podemos poner más juegos.
- Pero te iban a poner el futbolín. ¿no?
- Si, pero creo que no entraba, era muy grande…
- Pues vaya mierda, por que un futbolín es muy guapo.
- Ya, pero mi padre me ha dicho que podremos jugar a la play en la pantalla de cine.
- No... creo que se llamaba “proyertor”.
- Los futbolines molan mucho, yo pensaba que tendrías un futbolín… Ya tenías uno antes, ¿no?
- Bueno si, pero al final ya estaba muy roto y mi madre lo tiró. Ahora me compraré el pro evolution 6.
- A mi lo que me gustaría tener es un futbolín…
- Oye, ¿vendrás a casa este fin de semana?
- No se, mejor me espero a que tengas futbolín…
Esta ha sido la charla entre dos chavales de unos diez años (y Joanet el hermano menor de uno de ellos), que he tenido la suerte de disfrutar en los ferrocarriles esta tarde.
Los uniformes de colegio privadísimo que lucían, daban cierta credibilidad al número de baños de sus casas, y al hecho de tener un proyector para jugar a la play (proyertor para los amigos), y… bueno, tenían cierta credibilidad. Pero también me he dado cuenta de una cosa, a pesar de lo injusto que es que alguien tenga todo eso y yo no, aún hay algo (“algo”) de justicia en el mundo, y es que ninguno de ellos tenía futbolín en casa, eso, me ha quedado claro.
(Y por que negarlo, he sonreído sadisfecho)