Respiras con pesadez, la situación se vuelve difícil por momentos.
Obedeces a tus parpados y poco a poco te rindes.
Buscas una buena razón para seguir despierto.
Escuchas paciente todas las buenas (buenísimas) razones para dejarte ir y olvidar las conveniencias.
Rascas, o al menos lo intentas, en tu sentido de la responsabilidad pero no encuentras nada.
Tienes que elegir, y parece que tu subconsciente ya lo ha hecho por ti.
Intuyes que no estas solo...
Nadie a tu alrededor es capaz de sostener tu mirada vidriosa y semi perdida.
Hastiado, yunque martillo, yunque martillo... puedes oír a tu propio oído retumbar al ritmo de la digestión mas pesada que recuerdas.
Oscurece y, tienes ganas de dormir, no hay nada que desees más que eso.
Silva una cafetera y te despiertas. Parece mentira, pero la comida de navidad, aun no ha acabado, y ya estas empezando una segunda digestión...
Un año más, el amigo invisible me da un regalo extra. Un nuevo blog a añadir a los que leo (intento leer) a diario. No hay nada como tener suerte (a pesar de que sea algo dislexica).