Recuerdo que hace unos años, en el 2001 (si, ese año en el que se suponía que los coches volarían y que iríamos vestidos como las chicas de los anuncios de neutrex futura), se dieron una serie de acontecimientos, que me hicieron pensar que el mundo, o en particular Cataluña, se acababa.
Paciencia chicos, todo llega
Corría el mes de marzo, y sin tiempo para asimilarlas una por una, dos noticias quebrantaron mi fe en el futuro. Se descubrió que la “moreneta” no era negra", y a los pocos días Guardiola (jugador) anunció, para sorpresa de todos, que dejaba el Barça. Puede parecer una tontería, pero poca broma. Dos símbolos de Cataluña se venían abajo, desaparecían de nuestro imaginario diario. Al final, el destino hizo trampas, no se limpió a la virgen, y Guardiola volvió en plan mesiánico como entrenador. Ufff…. Nos salvamos por los pelos.
Pero esta vez, creo que si, que el mundo se acaba. Y si no es eso, la lectura de los periódicos hoy, ha hecho que pierda la fe en cosas que creía inquebrantables. Pilares que llevaban años dándonos seguridad y confianza en nuestra especie, se vienen abajo. Si amigos, preparaos… Ricky Martin es gay (si, si, aunque nunca lo haya parecido), y la iglesia católica ha perdido su fuerza moral.Lo de Ricky Martin prefiero no comentarlo… es muy difícil hacerse a la idea.
Pero lo de la iglesia merece un punto y aparte, este. Ya no es que la sociedad, se “desapegue” de la iglesia por algo tan “ínfimo” como descubrir que, curas de todo el mundo abusen de menores. Ya no es que debamos pedir a nuestros gobiernos, que los curitas pederastas paguen ante la sociedad, como cualquier hijo de puta al que se le ocurra abusar de un menor. No.
Es que además, va y pasa esto… En fin, ya no se en que podre confiar a partir de ahora, por suerte, siempre me quedarán los anuncios de teletienda, las llamadas de la suerte, los productos BIO, la homeopatía, y... ¿Raúl selección?
Durante la última semana, he sido golpeado en la cabeza por una película de Scorsese, el chándal de Maradona, y un libro sobre Michael Jackson.
El punto de conexión entre los tres golpes, es que provenían de personas que en un momento dado de su vida, y por distinto tipo de suertes, se convirtieron en… Dioses.
Los Dioses, son personas que trascienden a su propio arte, que enajenan a quien los observa, escucha, o lee, y hacen que perdamos toda objetividad sobre ellos (atención fans del “Boss”, no hablo de vosotros, ÉL no es un Dios, es simplemente popular).
Pero más que el efecto que tienen en nosotros, me llama la atención los efectos que tienen sobre sí mismos al convertirse en dioses.
Uno de los dioses por excelencia esPrince Rogers Nelson, o Prince a secas, o Symbol, o “the artist”, o “el artista antes conocido como Prince”, o… ufff… cansino. Al tipo se le giró alguna neurona, i se le fue la mano con el tema andrógino.
Otro gran Dios, es Diego Armando Maradona, el “pelusa”, el “Diez”, “Barrilete cósmico”… Defendiblemente el mejor jugador de la historia. No acabó de triunfar en ningún club grande, pero se inventó un Nápoles ganador de la nada, y llevo a Argentina a ganar el mundial del 86. Pero una vez endiosado, empezaron las drogas, aumento de peso (dice la leyenda que se comió a un mariachi), disparos a periodistas, y amistades con dictadores… Al final quedó descartado como modelo de ropa interior de Calvin Klein, como nuncio del vaticano y como persona normal.
Por más que lo vea, seguirá impresionandome...
Carlos Augusto Santana Alves. Un buen día dejó el violín, tomó una guitarra (y ochenta tripis), y empezó a componer, tocar y… convertirse en Dios. Su disco Europa tenía que llamarse; "ahí viene la señora con cara de hongo que viene al pueblo". Imaginad la cara del tipo de la discográfica cuando escuchó eso. Psicodelia, looks imposibles y giradas de olla. En fin, persona no apta para hacer de canguro, o pedirle que te riegue las plantas cuando te vas de vacaciones.
Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech. Dalí para los amigos, enemigos, fanáticos y algún detractor. Durante una época incluso fue normal. Es el Dios endiosado de entre los Dioses endiosados. Un genio, así, sin más explicación. Se dedicó a revolucionar y reinventar el arte. No se puede decir que perdiese el norte, porque jamás llegó a preguntarse dónde estaba, o que era el norte. De ahí a los rollos sexuales turbios, pareja(s) más turbias aún, y momentos histriónicos históricos, medió un paso. Icono de la palabra genio.
Robert Allen Zimmerman, mejor conocido como Bob Dylan. Artista folk, cantante comprometido, y narrador de parte de la historia americana. Ha ganado desde el Príncipe de Asturias a un Pulitzer honorario. Descendiente de familia judía, apoyó diversas causas en defensa de grupos minoritarios, bla, bla, bla. Un buen día se apuntó al catolicismo, tocó para el Papa, acabó haciendo películas con Penélope Cruz, y reeditando mil discos de “greitist jits” y bueno… Nunca le perdonare que me tuviera esperando hora y media bajo el sol de agosto en el Doctor Music Festival del 98. Total, para tocar 30 minutos, sin saludar o despedirse, y largarse sin un triste bis… Damn, Bob… what’s wrong with you? (exclamé).
En definitiva, el éxito es malo amigos (o al menos lo es en dosis elevadas). Siempre defenderé cierta mediocridad y un punto de conformismo, como camino a la felicidad…
Mediante técnicas físico-químicas, puedo evaporar, congelar, liofilizar, decantar, y torrefactar mi trabajo, hasta reducirlo a simples porcentajes. El resultado sería más o menos este.
Visitar obras 30% Redactar informes 30% Hacer fotos 10% Desayunar 3% Pelearme con indeseables 5% Poner cara de saber de lo que me hablan 5% Poner cara de “no te lo crees ni tu” 5% Discutir 2% Enfadarme 2% Maldecir impresoras 1% Programar vacaciones 2% Blog 2% Calcular cuanto falta hasta el viernes 1% Decirle a la secretaria “no estoy para nadie” 2% (esto me encanta).
Seguro que alguien echara en falta el porcentaje de Internet “no laboral” en esta lista, pero a esos cerdos capitalistas les diré, que tampoco suelo irme a mi hora. Así que… ¡eso no cuenta! También aclaro que “desayunar”, en mi trabajo, no es sentarse, pedir un “cafeconlecheycruasán”, y ponerme a leer el periódico. Mis desayunos son de trabajo, con humo, bocatas inhumanos de obra, palabrotas, propuestas turbias, gángsters, palabrotas y peleas de gallos. Bueno, puede esté exagerando, y no se digan palabrotas. Pero creedme, desayunar, es trabajo.
Pero la parte interesante de la lista, es ese 9% de discusiones, peleas y enfados. Si algo he aprendido trabajando, es que pelearse y enfadarse no es como en las películas. Según el cine, cada vez que tengo una discusión, el otro levanta la voz, yo contesto con un “no me jodas”, y el otro se indigna. Deberíamos liarnos a tortas a lo Bud Spencer y Terence Hill. Romper mesas, tirar sillas, hacer volar a gente por encima de la barra y mucho ruido de cristales rotos. Pero no. Todo se recude a tensión, miradas huidizas, cejas ceñidas, frases quejumbrosas y más tensión. Y una vez acabada la reunión, tan amigos. Lo mismo te invitan a comer, que a un café. Y no me gusta. Los que tenemos inercia emocional, y cuesta hacernos enfadar, luego cuesta desenfadarnos, nada de cafecitos o comida. ¡Necesitamos venganza, humillación, escarnio y violencia!
Así que alguna vez, al salir de la reunión y ser invitado a comer por el inconsciente que me ha hecho enfadar. Me he visto obligado (para evitar posibles úlceras), a sacar mi katana de la dinastía Song, y ejecutarlos con un corte certero frente a la puerta de la administración.
Que nunca falten en vuestro material de oficina
Si, creo que debo cambiar cosas de la lista.
Redactar informes, pasa a ser un 20% Recursos legales 10%