Mi generación es la primera en la historia que se preguntó a que narices olían las nubes. Esto, a parte de ser una lacra que cargaremos durante décadas (es muy probable que nuestros nietos algún día nos exijan explicaciones), implica cierta responsabilidad para con las generaciones venideras. Nosotros sabemos el mal que puede llegar a hacer la publicidad en particular, y la tele en general.
Nosotros nos quedamos traumatizados por aquel pobre perro abandonado, a pesar de que “el nunca lo haría” (mi madre querría tener unas palabras con el señor purina, ya que desde ese día mi casa fue un orfanato de perros y gatos “encontrados”), acabamos con el álbum Danone de David el nomo a medias, nos tocó crecer entre adultos con hombreras, algo que jamás se permitiría a un niño hoy en día.
Es mas, ¿recordáis las series? Nos metieron unos chutes emocionales increíbles; los dramones de “Marco”, y “Jackie & Nuca” (maldito cazador…), la ñoñería de la abeja Maya, la ambigüedad del Heidi y su abuelo, para pasar después a ver aliens comer ratas vivas en V… ¿Dónde estaba el famoso comité del audiovisual entonces?
No se hasta que punto ha influido la tele en nosotros, pero creo que bastante equilibrados hemos salido después de mezclar a la bruja Avería y la abeja Maya en nuestras tiernas cabecitas.
Por eso quiero romper una lanza a favor de Burguer King ahora que quieren obligarles a retirar el anuncio de su XXL por no se que historias de la obesidad infantil. Si, mucha grasa, mucho colesterol y demás historias en sus hamburguesas, pero hay dos cosas que debemos tener en cuenta; sus patatas son las mejores de todos los fast foods (licencia del autor), y que el que paga la hamburguesa, es decir, uno mismo, o sus padres si es menor, es el responsable de la dieta. ¡El problema no es el anuncio!, es que muchas veces dejamos que factores externos piensen por nosotros, y de paso eduquen a los niños (la TV, la escuela, etc...).
Así que asumamos cada uno la responsabilidad que nos corresponde, dejemos en paz a la TV, que al fin y al cabo, es una distracción, no un mentor, y sobre todo, menos ñoñería con los niños, que al final las nuevas generaciones acabarán siendo una panda de lerdos con tanta sobreprotección.
Y que no se quejen, al menos a ellos nadie les dirá la gran mentira de: “estudia, o no serás nadie"
Si, y un huevo… Al menos si se lo dice alguien será la tele, y las mentiras, prefiero que me las diga el Ranger de Texas, que alguien cercano.