Llevo días absorbido por exámenes, viajes a Ceuta 4.0, y la vuelta al trabajo (esa actividad que dignifica y llena nuestras cuentas a rebosar).
He deglutido Misfits sin masticar en cuatro días, y me ha gustado esa sensación que te queda cuando se acaba algo que te gusta. Voy aprendiendo a disfrutar estas cosas. (El que no haya visto la serie, por Diorrr ya tiene deberes).
Llamadas que aparecen y te sorprenden para alegrarte el día, otras que no lo hacen y su ausencia acaba por hacerte sonreír.
Música, mucha música. Canciones nuevas, y remembers entran y salen de mi mp3 a un ritmo inusitado. Confieso haber hecho un intento casero, irrespetuoso y denunciable de emular una coreografía de Flashdance, si... hasta ese punto ha llegado el remember.
Con ganas de contar muchas cosas, pero las ideas se atropellan. Empiezo un post, y otro se sobre escribe en ese mismo, organizando un galimatías digno de policía municipal dirigiendo en tráfico. No sabéis lo que me ha costado estar calladito mientras pasaba lo de Egipto, los Goya, Shakira y su hermana neurocirujana… Con lo que me gusta quejarme… Por suerte, la terapia de los 140 caracteres ayuda mucho (08181).
He recibido y he ejercido el coaching personal, y me ha encantado (la cerveza ayuda siempre, ¡siempre!).
Ideas y proyectos nuevos que se presentan atractivos, insinuantes e interesantes. Lalaia y Annalgesia consiguen que me active (y de vez en cuando hastaincluso que acabe cosas).
Afrontémoslo, cada día canto mejor las canciones de Pearl Jam en el Rock Band…
He recuperado la capacidad de ilusionarme con facilidad por las cosas que me gustan. Y sin drogas amigos, ¡sin drogas!
He aquí dos ejemplos...
Hay dos o tres personas que se han reubicado en mi vida, haciéndola más entretenida, y ha habido algún “Hola, encantado” que me ha gustado mucho pronunciar.
Mi cabeza está como este post (y como el mundo árabe), desordenada, convulsa, y con exceso de inputs. Tengo la sensación de que vienen cambios…
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