Aún era de madrugada, pero se presentía tras la bruma que sería un día despejado.
Los perros estaban nerviosos. Hacía un rato que habían encontrado un rastro, y tiraban con vehemencia, haciendo que las correas de cuero se retorcieran como la hiedra sobre los guantes de piel que las aferraban.
Respiró profundamente, intentando controlar sus pulsaciones. No quería volver a casa con las manos vacías. Hizo un gesto con su mano izquierda a sus compañeras de cacería, y acto seguido, asió con firmeza la escopeta que colgaba de su hombro.
Soltó a los perros, que salieron flechados hacia la maleza, y con un movimiento rápido y estudiado, apuntó con su escopeta un par metros por encima de los tres Setters ingleses.
De entre los arbustos, salió apresurado un remolino de aves. Era una suerte de danza espasmódica, antes de poder equilibrar el vuelo, provocada por la emboscada de los perros.
Seis disparos rompieron el cielo del bosque. Un par de revoloteos, y las aves que habían tenido suerte huyeron.
Los perros estaban nerviosos. Hacía un rato que habían encontrado un rastro, y tiraban con vehemencia, haciendo que las correas de cuero se retorcieran como la hiedra sobre los guantes de piel que las aferraban.
Respiró profundamente, intentando controlar sus pulsaciones. No quería volver a casa con las manos vacías. Hizo un gesto con su mano izquierda a sus compañeras de cacería, y acto seguido, asió con firmeza la escopeta que colgaba de su hombro.
Soltó a los perros, que salieron flechados hacia la maleza, y con un movimiento rápido y estudiado, apuntó con su escopeta un par metros por encima de los tres Setters ingleses.
De entre los arbustos, salió apresurado un remolino de aves. Era una suerte de danza espasmódica, antes de poder equilibrar el vuelo, provocada por la emboscada de los perros.
Seis disparos rompieron el cielo del bosque. Un par de revoloteos, y las aves que habían tenido suerte huyeron.
Las tres cazadoras obtuvieron su trofeo, 4 perdices aún tibias y regordetas.
Cenicienta, Aurora, y Blancanieves regresaron a casa. ¡Que tiempos estos, en los que, para comer perdices (y ser felices), eran ellas las que tenían que salir a cazarlas! mientras sus príncipes, en palacio, se dedicaban a hacerse la cera en pecho y espalda.
8 comentarios:
Qué modernidad de plantilla.
Todo se reestructura...
Otro cambio...
Un no parar...
Con la edad me vuelvo hortera y pausado
Coño, ¿qué ha pasado aquí? Unos meses de silencio y la gente viste los blojs de domingo.
Saludos
Unos meses de silencio dice...
Ehem...
Es que una cosa es un eufemismo, pero lo tuyo va más allá...
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