En la vida diaria, todos nos enfrentamos a muchos y variados peligros.
Desde el matutino peligro de pisar algo con el pie descalzo al salir de la cama, al del ridiculizado (pero siempre presente) resbalón en la bañera. Que se lo pregunten a al buena de Carmina Ordoñez…
Desayunando, la tostadita de las narices se queda atascada en la tostadora. Seamos sinceros, ¿quién no intenta sacarla con el cuchillo? Incluso podemos atragantarnos con el buenazo e inofensivo vaso de colacao.
No hace falta hablar de los peligros de la calle, todos hemos tenido una madre/padre/abuela, que nos los ha recitado con aire cataclísmico cuando éramos pequeños. ¡No cruces sin mirar! ¡No hables con extraños! ¡Vente directo a casa! ¡Cuidado con las drogas! Y una larga retahíla de cosas, que ironías de la vida, nos dedicamos a intentar transgredir con “veintimuchos” los sábados por la noche.
Está el peligro de que nos despidan, de suspender (eso algunos), de olvidar algo, de que te pille una canción de Enrique Iglesias en la radio, de que se acabe el flan en el menú y tengas que comerte un triste yogurt (los yogures fuera de casa, son lastimeros, un postre low class), el peligro de que te pille un testigo de jehová y no se te ocurra ninguna excusa divertida para no poder quedarte a hablar con él, ese recóndito peligro de que hagas una broma y todos se te queden mirando sin entender nada, el humillante riesgo de que se te escape una ventosidad en el ascensor, el miedo que nos infunde el riesgo de que les toque la lotería a nuestros compañeros de trabajo y a nosotros no.
Hay infinidad de ellos, pero ante la mayoría de ellos podemos actuar, intervenir, defendernos, prevenir, evitarlos…
Por eso el peor de todos los peligros, es aquél que no puedes prevenir, el que no puedes medir, o evitar. Por que es el peligro de todo en general, y de nada en concreto. El que une la indefensión que sientes al elegir un melón, con el riesgo de una sesión de ruleta rusa.
El peor peligro de todos, lo he vivido esta mañana en la obra…
Desde el matutino peligro de pisar algo con el pie descalzo al salir de la cama, al del ridiculizado (pero siempre presente) resbalón en la bañera. Que se lo pregunten a al buena de Carmina Ordoñez…
Desayunando, la tostadita de las narices se queda atascada en la tostadora. Seamos sinceros, ¿quién no intenta sacarla con el cuchillo? Incluso podemos atragantarnos con el buenazo e inofensivo vaso de colacao.
No hace falta hablar de los peligros de la calle, todos hemos tenido una madre/padre/abuela, que nos los ha recitado con aire cataclísmico cuando éramos pequeños. ¡No cruces sin mirar! ¡No hables con extraños! ¡Vente directo a casa! ¡Cuidado con las drogas! Y una larga retahíla de cosas, que ironías de la vida, nos dedicamos a intentar transgredir con “veintimuchos” los sábados por la noche.
Está el peligro de que nos despidan, de suspender (eso algunos), de olvidar algo, de que te pille una canción de Enrique Iglesias en la radio, de que se acabe el flan en el menú y tengas que comerte un triste yogurt (los yogures fuera de casa, son lastimeros, un postre low class), el peligro de que te pille un testigo de jehová y no se te ocurra ninguna excusa divertida para no poder quedarte a hablar con él, ese recóndito peligro de que hagas una broma y todos se te queden mirando sin entender nada, el humillante riesgo de que se te escape una ventosidad en el ascensor, el miedo que nos infunde el riesgo de que les toque la lotería a nuestros compañeros de trabajo y a nosotros no.
Hay infinidad de ellos, pero ante la mayoría de ellos podemos actuar, intervenir, defendernos, prevenir, evitarlos…
Por eso el peor de todos los peligros, es aquél que no puedes prevenir, el que no puedes medir, o evitar. Por que es el peligro de todo en general, y de nada en concreto. El que une la indefensión que sientes al elegir un melón, con el riesgo de una sesión de ruleta rusa.
El peor peligro de todos, lo he vivido esta mañana en la obra…
6 comentarios:
¡Atención, Peligro!
Impresionante
Sólo puedo discrepar. Los yogures, amigo mío, no son un postre low class. Sin ir más lejos, aquí en frente de mi trabajo hacen un yogurt en un bar... que flipas.
Por cierto, respecto a lo del testigo de jehová el otro día me contaron una anecdotilla de una mujer (atea) a la que se le acercó uno con lo de siempre, y ella le contestó: "no creo ni en la religión verdadera, así que menos voy a creer en la tuya". Me encantó la salida.
els perills indeterminats són els pitjors, sense cap mena de dubte. porto una estona donant-hi voltes i la conclusió és aquesta.
no vull ni imaginar-me com deu ser trobar-se en una situació de perill indeterminat, perquè això vol dir dir que facis el què facis estàs en perill!!
en matemàtiques seria alguna cosa així com quan el perill tendeix a infinit... bufff... molt dur...
El minimalismo ha llegado a la obra folken!
Niño C... el yougur casero, tradicional, home made, no es el yogur al que yo me refiero! Yo digo los yogures "clesa" de limón que te ponene el los menus de 7,50.
El que mes por ens pot fer, es allo qu eno coneixem, o que no veiem (dracula surt nomes a 20 pagines al llibre).
Mi mamá ultracatolicísima es un peligro para los Testigos de Jehová: así como ellos tratan de convencerla, ella hace lo mismo pero al contrario (??), entonces se arman unas guerras de credos y oraciones a viva voz. La última vez que la ví discutiendo con uno, recuerdo muy bien que los corrió de la casa y les aventó la puerta encima. No contenta con eso, se regresó, abrió la puerta y les gritó: ANTICRISTOS!!!!!!!!
Creo que me caeria bien tu mamá...
Seríamos el duo al que temerían todos los vende biblias!!!
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